Hay misiones que podrían considerarse rutinarias, pero otras ponen a prueba la capacidad del consultor para resolver problemas a los que nunca antes se había enfrentado. Aún y cuando el consultor haya resuelto antes un problema similar, es bueno saber que ni todas las organizaciones ni todas las circunstancias son iguales y por lo tanto se requiere de una habilidad especial para formular soluciones nuevas e innovadoras, crear metodologías adaptadas a las organizaciones, cuestionar sistemas convencionales, plantearse los problemas con perspectivas más amplias, investigar y generar nuevas ideas.

Generalmente se piensa en contratar servicios de consultoría cuando una determinada situación se considera insatisfactoria y/o susceptible de cambio. Ajustamos nuestras intervenciones y orientamos objetivos para generar conocimientos y técnicas especiales, aportar una intensa ayuda profesional con carácter temporal, brindar una opinión externa imparcial, argumentar las decisiones de quienes lideran, implementar acciones correctivas, mejorar o perfeccionar la situación actual, crear nuevas condiciones, monitorear o evaluar procesos, desarrollar aspectos puntuales de capacitación, sistematizar experiencias o lograr un desarrollo personal.

Nuestra estructura de red no da lugar a prejuicios. Estamos alerta a todos los indicios que nos comunican aspectos de la cultura empresarial, conscientes de que cada organización es diferente, se desenvuelve en circunstancias de tiempo y espacio diferentes, trabaja con recursos humanos diferentes y lo que es bueno para una, no necesariamente es bueno también para la otra. Esta flexibilidad en nuestra organización se refleja también en la habilidad para cambiar agendas en medio del camino, sustituir fuentes de información si no se puede disponer de la que se esperaba, e incluso, en cuanto a la factibilidad real de atender los términos de referencia tal como fueron planteados inicialmente o de variar las condiciones del contrato firmado.

La ética profesional del consultor más que una política de base o rigor, es la condición fundamental. No se puede arriesgar exponer una organización ante un extraño, que va a conocer las intimidades de la misma, sus problemas, va a emitir recomendaciones que podrán influir en el futuro y la posición del contratante. Es por ello que hemos dotado a nuestro servicio con un altísimo grado de reserva y confidencialidad.  No conocemos otra manera de trabajar que no sea respetando los valores comunes que orientan la conducta y el comportamiento profesional que se espera de un consultor responsable de facilitar herramientas para el desarrollo.