27/03/2018 / by Marcelo BONZÓN

¿Qué es el Hexagonal Thinking o Pensamiento Hexagonal?

¿Qué es el hexagonal Thinking o Pensamiento Hexagonal?

Por Marcelo Bonzón

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Biomimicry. Tuve la oportunidad de acercarme por primera vez a esta disciplina en 2012 en México, como consecuencia de un proyecto de consultoría que estaba ejecutando y que tenía la necesidad de ser evaluado. Hugo, uno de los consultores contratados para realizar aquella evaluación, me contó que había aprendido sobre Biomimicry durante sus estudios en un Master en Oxford, y que en pocas palabras, todo se relacionaba con inspirarse en la naturaleza.

Confieso hoy, que escuchaba al principio hablar a Hugo con cierto escepticismo. Pero mi “actitud inquisitiva” se iba disipando al observar la pasión con la que aquel consultor me explicaba las bondades de inspirarse en soluciones existentes en la naturaleza para resolver problemas humanos.

Y como hago siempre que tengo una duda, me dispuse a investigar. Y encontré muchísimos ejemplos. Uno de los más famosos es la fibra sintética llamada kevlar, cuya estructura se inspira en las que producen las arañas (es cinco veces más resistente que el acero). También podemos encontrar en esta misma línea al velcro, ideado por un ingeniero suizo tras despegar cardos del pelo de su perro.

Varios años después, inspirado por este embate de métodos ágiles en los que se enmarca el Design Thinking, empecé a preguntarme por qué la Design School de la Universidad de Stanford empleaba en su representación gráfica una serie de hexágonos para representar las fases del proceso (Empatizar, Definir, Idear, Prototipar y Testear). Es más, yo mismo vengo hace varios años empleando hexágonos en las gráficas de capacitaciones y en varios juegos que he diseñado para abordar proyectos (varios de ellos incluso en la cadena de valor de la miel). Y es sorprendente lo que se esconde detrás de ellos.

La geometría nos enseña que cuando queremos cubrir un plano con formas geométricas idénticas -a eso se le denomina teselación- el hexágono resulta ser la forma más eficiente dado que es la que se ajusta mejor al plano, ofreciendo menos perímetro. Allí podemos entonces darnos cuenta el por qué las abejas eligen la figura hexagonal para construir las celdas con la menor cantidad de cera posible donde depositan la miel. Esta conclusión no fue inmediata, y de hecho, es bastante reciente. Incluso, algunos físicos distinguidos creían que la forma hexagonal era una deformación por aplastamiento, de la forma que les parecía más natural: el círculo.

A lo largo de la historia, hubo muchos matemáticos y astrónomos preguntándose por ello. Y en tiempos recientes, fue László Fejes Tóth (1915-2005) quien demostró que el hexágono era la figura geométrica capaz de teselar o cubrir un plano dado empleando un menor perímetro. Nos quedaremos con la intriga acerca de si las abejas entienden de geometría, pero eso quedará para otro momento. La idea ahora es introducirnos en el Hexagonal Thinking o Pensamiento Hexagonal.

El origen de Hexagonal Thinking

La técnica fue empleada por primera vez en la industria del petróleo y el gas por un ejecutivo y experto en negocios llamado Arie de Geus. De Geus buscaba ayudar a otros ejecutivos a encontrar soluciones a problemas complejos a través de simulaciones asistidas por computadora, pero no se alcanzaban los resultados deseados.

Con la introducción de esta técnica se estimuló el pensamiento y se lograron soluciones de manera rápida a través de las conexiones hexagonales. Desde entonces se ha utilizado en los negocios como un medio de hacer frente a problemas complejos.

¿Cómo se utiliza?

El Hexagonal Thinking es bastante simple de aplicar. Simple, pero poderoso. Podemos comenzar empleando post-it con forma hexagonal, recortes de papel o tarjetas. También podemos descargar algunas plantillas que están disponibles en la www (aquí dejo una para descargar: https://goo.gl/YSVMQv), o utilizar soluciones informáticas para trabajar asistidos por nuestro ordenador o nuestro smartphone. Lo importante no es el soporte que utilicemos, sino la forma en cómo pensemos.

Lo primero que debemos hacer es escribir uno o más conceptos clave dentro de los hexágonos. Posteriormente, debemos ir colocando esos hexágonos en la forma que más sentido tengan para nosotros. De pronto, algunas ideas podrán conectarse en todos los lados del hexágono, otras podrán encontrar un orden secuencial uniéndose apenas por uno o más lados, y otras, tal vez se dispongan en una posición periférica porque no hay una conexión aparente.

Es muy interesante cuando se trabaja esta técnica con diferentes equipos. Mientras algunas personas van extrayendo nuevas ideas y conceptos clave a partir de las conexiones, otras realizan comparaciones a partir de las diferentes conexiones que realizaron, extrayendo nuevas conclusiones, y hasta incluso, ideando y creando prototipos a partir del pensamiento creativo y de las relaciones establecidas.

La propia forma hexagonal permite establecer más conexiones creativas debido al número de lados y a su forma, mientras nuestros ojos y el cerebro se alinean en la búsqueda por todo el mapa de ciertas conexiones (muchas veces empleamos círculos sin ningún tipo de sentido).

Además, cuando se trabaja en equipo, se estimula el análisis y la discusión. Las habilidades de comunicación se ven fortalecidas ya que la técnica requiere de colaboración. Las personas deben compartir diferentes puntos de vista para llegar a un consenso, ya que las ideas o conceptos escritos en los hexágonos se ubican en un determinado lugar según las conclusiones a las que arriba el equipo, dando estructura y sentido.

Asimismo, se mantiene al equipo motivado, ya la técnica suele animar a sus miembros (hasta los más introvertidos) a reposicionar diferentes hexágonos para representar nuevas conexiones, encontrar nuevas causas raíces de un problema o consecuencias del mismo, otros problemas asociados, y hasta se visualizan posibles alternativas de solución.

Hoy se habla del pensamiento hexagonal como una alternativa para impulsar innovaciones sustentadas en la naturaleza. Tal vez esta técnica no nos ayude a cambiar el mundo y solucionar todos los problemas. O si. ¿Y si al menos solucionamos una parte de ellos? Recordemos aquello de que solo las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo, son quienes lo cambian.

Si llegaste hasta acá y leíste todo el artículo, seguramente eres parte de ese grupo de “desequilibrados” como yo que busca una mejor manera de hacer las cosas y mejorar el mundo. ¿Por algo se empieza, no?

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