13/11/2019 / by Oscar Aníbal Pozuelos

La empatía es el nuevo capital

empatía

Por Oscar Aníbal Pozuelos (*)

Muchas veces cuando hablamos de diseño existe una percepción errónea. Para la mayoría de las personas el diseño es simple y sencillamente hacer algo bonito, en otras palabras, un ejercicio meramente estético. Cuántos diseñadores no hemos pasado momentos de frustración escuchando comentarios como «¿y eso para qué sirve?» o «tengo un sobrino que sabe dibujar»…

En el imaginario colectivo la palabra diseño está relacionada con cosas bellas, excéntricas y por lo general caras, que vienen de procesos en los que un grupo de creativos (esas personas especiales, hasta cierto punto iluminadas) se encierran a tener ideas que revolucionan la manera en la que configuramos nuestro mundo y los objetos que forman parte del mismo.

El teórico de diseño Richard Buchanan fue el primero en presentar la teoría de los 4 niveles del diseño. En ella, Buchanan establece relaciones directas entre las distintas disciplinas dentro del diseño en relación a la complejidad de las mismas. Los niveles son los siguientes.

En el primer nivel tenemos los signos y los símbolos. Si pensamos en la evolución humana y social son los primeros signos de abstracción. El humano necesita comunicarse y genera nuevos lenguajes y modelos de representación (en este caso de forma gráfica y bidimensional) para transmitir ideas complejas. La imagen es utilizada para la transmisión de conceptos y conocimiento.

En el segundo nivel tenemos a los objetos. Suponen un punto de complejidad mayor al anterior ya que estos nos ayudan a relacionarnos con nuestro entorno y así modificarlo. En este nivel podríamos enmarcar al diseño industrial, objetos en tres dimensiones que modifican la manera en la que nos relacionamos con nuestro entorno.

¿Pero qué hay después?

El mundo en el que vivimos es un mundo complejo. La revolución digital y la aparición de las nuevas tecnologías han transformado nuestra manera de entender el mundo y de relacionarnos. Hoy en día el acceso a la información se ha democratizado y los modelos anteriores ya no nos son suficientes. La manera de relacionarnos con nuestros iguales y con los objetos que definen nuestra realidad se ha vuelto más compleja que nunca.

El tercer nivel del diseño nace de esta nueva necesidad de interacción. Con la aparición de los ordenadores, el diseño tenía que pensar no solo en la forma de los ordenadores, también en las interacciones con los mismos. Así nace el diseño de servicios y el diseño interactivo.

Esto supone un cambio de paradigma. Hoy por hoy somos individuos hiperconectados, nuestras relaciones personales suceden no sólo en un mundo análogo si no también en un mundo virtual. Un mundo en el que nuestras acciones tienen repercusiones a nivel global en cuestión de segundos y la transmisión de la información es inmediata. Todo esto en una versión de bolsillo que nos acompaña allá dónde vamos.

¿Es entonces el diseño un ejercicio meramente estético?

Esta democratización de la información y el acceso a la misma nos ha dado un distinto sentido de pertenencia, un sentido de comunidad ampliada de la que todos formamos parte. Hemos tenido que cambiar la forma en la que pensamos, ya no sólo construimos lenguajes u objetos, construimos y pensamos relaciones, interacciones… en definitiva experiencias.

¿Y quienes viven estas experiencias? Las personas. En palabras del diseñador John Maeda, el diseño es ahora menos sobre cómo se ve y más acerca de cómo se comporta. Pensamos y diseñamos interacciones y relaciones y es aquí donde la empatía se vuelve fundamental.

Diseñamos por y para las personas, sus experiencias y su manera de entender el mundo. No podemos dejarlas fuera del proceso. Necesitamos colaborar, trabajar en equipo, en definitiva, construir en conjunto.

El diseño ya no genera una necesidad, es la disciplina la que sale a buscar necesidades para darles solución. Esto sólo podemos hacerlo al lado de nuestros usuarios ya que son ellos los que, en definitiva, harán uso de nuestros productos o servicios. Por lo tanto, es fundamental empatizar con el usuario, su contexto y llegar a soluciones integrales que mejoren su calidad de vida. Soluciones en las que el usuario es partícipe y parte central de nuestro proceso. Tenemos que  ser lo suficientemente abiertos para entender que debemos construir sobre las ideas, construir en conjunto poniendo distintas habilidades y disciplinas a trabajar en un objetivo común que tendrá un impacto directo en las experiencias que vivirán nuestros usuarios.

Los diseñadores hoy más que nunca, debemos entender a las personas y diseñar por y para ellas, ser los agentes capaces de orquestar un cambio a través de nuestra creatividad y nuestra manera divergente de pensamiento. La responsabilidad que recae sobre nuestras espaldas es grande y de nosotros depende tener un impacto positivo para mejorar los contextos, las interacciones y en definitiva mejorar la calidad de vida a través de las experiencias que incluyen objetos deseables y experiencias memorables. Siempre a través de la empatía y de los procesos colaborativos.

¿Pero es esto suficiente?

Buchanan establece que el 4º nivel del diseño es el diseño de sistemas y organizaciones. Pensar en relaciones más profundas como individuos y sociedades. En utilizar la empatía para diseñar sistemas completos y complejos que tomen en cuenta a todos los actores que lo componen e impactar a niveles que antes no hubiésemos imaginado. En definitiva, podemos diseñar un mundo mejor.

Así que, ¿por que considero que la empatía es el nuevo capital? Porque mejorando las experiencias existentes, e innovando a lo largo del proceso generamos riqueza. Riqueza entendida no sólo cómo la mejora de los ingresos al final del año, si no más bien, la riqueza que reside en la mejora de la vida de las personas. Utilizando la empatía generamos soluciones que impactan de forma positiva en nuestra sociedad, y proporcionamos herramientas que mejoran, no solo la manera de relacionarnos y la manera en la que vivímos nuestra realidad, sino nuestra propia experiencia. Soluciones que proponen mejores modelos de sociedad. Modelos inclusivos y de construcción colectiva que son capaces de ser un agente de cambio, para hacer de nuestra realidad una realidad más justa, más consciente y agradable. En definitiva, mejor.

(*) Innovation Consultant, Design Strategist, Speaker & Coach. Madrid, España.

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